miércoles, 8 de abril de 2015

¿POR QUÉ?

Hola, soy Sofía. Soy un aya del barrio plebeyo y, gracias a los trabajos que he hecho en toda mi vida, he llegado a  una conclusión: todos se hacen la pregunta del porqué de las cosas. Todos alguna vez han dicho ¿por qué pasa esto? ¿por qué pasa lo otro? Y después la mayoría grita ¡ah! Y seguidamente dice: tendría que haber una solución para todo. Y, si lo piensas habría una...

Yo, como os contaba, he hecho de todo en mi vida: cuidar niños, vestirlos, cocinar... bueno, un rollo. ¡Ay! Qué cansancio me da solo  de pensarlo. Pero una vez hubo un niño interesante.

Esto era el año 1750, yo me dirigía al poblado por el camino por que todos iban, y de repente le ví. Iba corriendo, con ropa de niño con dinero y perseguido por una chica que parecía ser su niñera, pero que no conseguía alcanzarlo. Lo pensé y ahí me planté, me puse a hablar con el niño y no sé cómo conseguí que me hiciese caso. Y entre unas cosas y otras acabé siendo su aya. Y allá empezó la diversión.

Parecía un niño incontrolable, pero  en realidad solo necesitaba un poco de atención y un poco de libertad. Era hijo de familia rica, por lo que en su casa había muchísimas fiestas. Me acuerdo de una en la que vino la condesa de Nottingham y de lo que se aburría, le echó moscas muertas en el té. ¡Cómo nos pudimos reír! Y todos los días eran así. También recuerdo que él siempre abría las cosas con los dientes, pero porque le daba igual, si le pasaba algo, cualquier dentista de la zona se lo arreglaba, y bien rápido. Pero un día se dieron cuenta sus padres y, como era de esperar, me echaron.

5 años después me volví a encontrar con él en un sitio que está en Noruega. Sí, un poco lejos, pero siempre había sido nuestro sueño.

Y ya no me queda mucho tiempo, pero solo espero que le haya ido bien, porque él ha hecho que comprenda que el porqué de las cosas no importa, no siempre hay que saberlo para vivir. Y por último, espero que, como siempre soñó, haya encontrado el amor, con un chica que le entienda y que, como él siempre decía, sea capaz de reírse sin razón y no preguntar siempre...¿por qué?

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