domingo, 22 de marzo de 2015

LETRAS DE MI INFANCIA

Mi infancia estuvo rodeada de bonitas canciones y poesías preciosas. Y de pequeña también me contaban mucho cuentos populares o inventados.

Sobre la música, muchas de las canciones de las que más me acuerdo son de Paco Ibáñez.  Una que me encanta y me trae muy buenos recuerdos de cuando mi madre me la cantaba es la de "Había una vez". Tiene una letra muy bonita, que te ayuda a pensar en otro mundo paralelo, sin tanto estereotipo, y a ver que no todos los de una misma especie son iguales, ni saben hacer las mismas cosas, por lo que no debemos juzgar a los demás sin haberlos conocido, solo por el aspecto que tengan. La canción dice así:

“Había una vez un lobito bueno, al que maltrataban todos los corderos (bis).
Y había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado (bis).
Todas estas cosas había una vez cuando yo soñaba un mundo al revés (bis).”

Otra de las canciones que me solían cantar a menudo es una muy bonita, que trata sobre lo que nos puede llegar a hacer soñar una cosa muy simple, pero que deseamos con todas nuestras fuerzas. Esta canción también es de Paco Ibáñez.  Se llama  "Era un niño que soñaba" y algo interesante de ella es que aunque la canta Paco Ibáñez, es una poesía de Antonio Machado. Es sencilla, y dice así:

“Era un niño que soñaba un caballo de cartón, abrió los ojos el niño y el caballito no vio. 
Con un caballito blanco el niño volvió a soñar, y por la crin lo cogía, ahora no te escaparás. 
Apenas lo hubo cogido, el niño se despertó, tenía el puño cerrado, el caballito voló. 
Se puso el niño muy serio pensando que no es verdad un caballito soñado y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo, y el mozo tuvo un amor, y a su amada le decía: ¿Tú eres de verdad o no? (bis)
Cuando el mozo se hizo viejo pensaba Todo es soñar, el caballito soñado y el caballo de verdad. 
Y cuando vino la muerte, el viejo a su corazón preguntaba: ¿Tú eres sueño? Quién sabe si despertó.”

Otra de las canciones que mi madre me cantaba de pequeña era la de "Anikuni". Esta me la cantaba principalmente cuando no me podía dormir y venía a mi cama. Además a mí me gustaba mucho porque es como de los indios, o lo parece, y a mí de pequeña todo eso de los indios me encantaba. La canción es así:
 
“Por las noches, cuando la luna como plata se eleva e ilumina la selva y también la pradera, viejos lobos de la tribu cantarán al espíritu, al espíritu del fuego. Anikuni uauani, uauaua nika uauaua, eau misini, eauni misini. Anikuni uauani, uauaua nika uauaua eauni misni.”


Cuando era pequeña también me contaban muchos cuentos. Me contaban los de toda la vida, los de las princesas y esas cosas, pero recuerdo que uno de mis tíos, por parte de madre, me contaba también uno muy interesante que él había aprendido de mi abuelo. Trata de un joven que por la noche, cuando hay luna llena, se convierte en un lobo.  Este cuento es un poco largo, pero si a alguno le interesa lo puede buscar en internet, se llamado  "Pepe lobo". A mí más que la historia lo que más me gusta de este cuento es lo bien que nos lo pasábamos mi hermana y yo cuando mi tío nos lo contaba y nos empezaba a perseguir por toda la casa, simulando que él era el lobo. Me lo pasaba genial, y creo que eso no lo cambiaría por nada.

Algo que, aparte de las canciones y los cuentos, abundó en mi infancia fueron las poesías, ya que a mi madre le gustan mucho, y desde que mi hermana y yo somos pequeñas nos ha contado un montón de ellas, lo que hace que las dos nos sepamos muchas. Pero, como en todo,  cada una tiene su preferida. La mía es de un escritor anónimo, pero es muy bonita y yo me la sé entera. La llaman "El romance del prisionero", y dice así:

“ Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos se encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el  ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo,  triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por un avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
dele Dios mal galardón.”

Y aquí acaba mi pequeño resumen de las letras que tuve en mi infancia.


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